Historia de la folistatina
La historia de la folistatina
La historia de la follistatina comenzó realmente en 1807 (aunque de forma inadvertida) con el descubrimiento de una raza de ganado en Bélgica que tenía cantidades excesivas de tejido muscular magro junto con niveles mínimos de grasa corporal.
Como tal, esta raza se sometió a cruces en línea hasta que este exceso de músculo se convirtió en una característica «estándar» entre los de su especie – hoy conocemos esta raza como la «vaca azul» belga.
Aunque entonces no lo sabíamos, en realidad éste fue el primer caso descubierto de deficiencia de miostatina.
Durante muchos años (casi 200, de hecho) no ocurrió nada importante en relación con el desarrollo o la comprensión de la follistatina: descubrir, poner de relieve los efectos y comprender la molécula de la miostatina iban a ser los elementos revolucionarios que necesitábamos para apreciar plenamente qué era la follistatina y cómo funcionaba.
Este descubrimiento tardaría aún más en producirse, hasta 1997.
Aunque habíamos visto sus efectos en acción (o su falta de efectos), como mostraba la «vaca azul», no sabíamos exactamente qué era la miostatina.
Nuestro descubrimiento de esta raza de vacas «musculosas» no hizo gran cosa por dar sentido a la ominosa sustancia; simplemente, estas criaturas nos parecieron «novedosas» y una excelente oportunidad comercial que explotar, sin llegar a penetrar realmente bajo la superficie para descubrir con precisión por qué nacían de esa manera.
No fue hasta 1987 cuando finalmente «descubrimos» y aislamos la follistatina mediante el descubrimiento del gen FST; etiquetándola como proteína supresora de la «FSH» o como pronto se abrevió (aproximadamente durante el mismo periodo de tiempo) «follistatina» – Se descubrió en el fluido folicular de los ovarios porcinos.
Este descubrimiento precedió en una década al de la miostatina y, en última instancia, allanó el camino para la «situación» de la follistatina en la que nos encontramos hoy en día con respecto a la investigación que estamos llevando a cabo.
Tras el mencionado descubrimiento de la miostatina en 1997, pudimos reconstruir el rompecabezas que contaba la historia de la interacción entre la folistatina y la miostatina, y cómo ambas forman una relación casi del tipo «yin y yang» para promover la homeostasis hormonal con respecto a la hipertrofia muscular (crecimiento).
En 2004 se produjo otro gran descubrimiento, cuando Schuelke y sus colegas documentaron un caso de deficiencia extrema de miostatina en un bebé humano.
Este caso nos permitió apreciar con precisión qué cambios fisiológicos pueden producirse en un ser humano cuando se anula la presencia de miostatina en el sistema.
Además, nos encontramos (en 2007) con otro espécimen animal en forma de la ahora bastante infame perra «Wendy».
Al igual que la variedad bovina descubierta anteriormente, ella también nació con una deficiencia grave de miostatina.
En el transcurso de estos descubrimientos, que fructificaron durante sus respectivos años, se fueron realizando ensayos con animales con la follistatina (algunos de los cuales fueron los ya mencionados ensayos con ratones, cuyos resultados se analizaron en la sección «inhibición de la miostatina»).
Estas pruebas arrojaron resultados notables respecto a lo que la follistatina puede ser capaz de hacer en un huésped humano cuando se utiliza para suprimir los niveles de miostatina.
Teóricamente, produciría resultados similares a los encontrados en los especímenes «naturales» anteriores -esto es lo que, en última instancia, dio lugar a los ensayos en humanos que estamos realizando en la actualidad-.
Sin embargo, como ya sabrás por lo que has leído hasta ahora, aún están por ver las pruebas / resultados concluyentes sobre el efecto exacto que tendrá el gen / virus de la follistatina 344 en el crecimiento muscular.